Tal vez hayas oído el dicho: «Nuestras cosas pequeñas son grandes para el amor de Dios; nuestras cosas grandes son pequeñas para su poder». ¡Qué verdad! No hay nada en nuestra vida que sea tan pequeño que al Señor no le interese. Tampoco hay problema ni crisis tan grande que sobrepase su sabiduría y poder. Y, como nos ama, nos invita a hablarle de todo lo que nos preocupa (1 Pedro 5:7).
Algunas personas se sienten como una piedrita perdida en la inmensidad de una montaña. Pero, sin importar cuán insignificantes nos consideremos, Dios puede utilizarnos de una manera grandiosa.
Es probable que conozcas la lista de los siete pecados capitales que se formuló en el siglo vi: lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia y soberbia. Pero quizá no sepas que la lista original compilada en el siglo iv también incluía el pecado de la tristeza. Con los años, este sentimiento desapareció del inventario.
Cuando el comunismo ateo era un poder que amenazaba al mundo, proclamaba que no hay Dios y que la fe en cualquier vida futura era una ilusión engañosa. Leonidas Brezhnev había sido el dictador soviético, la personificación de la incredulidad marxista, pero algo sucedió en su funeral que contradijo al ateísmo. George H.W. Bush, entonces vicepresidente de los Estados Unidos, fue el representante oficial de dicho país en esa ceremonia solemne y formal.
Un catedrático de una universidad cristiana percibió que sus estudiantes tenían una opinión distorsionada del cielo; lo consideraban un lugar estático y aburrido. Así que, para estimularles la imaginación, les hizo estas preguntas:
La fe cristiana debe marcar una diferencia en cuanto a cómo vivimos cada día; pero la prueba de nuestra confianza en el evangelio es nuestra reacción ante la muerte. Cuando asistimos a un funeral en memoria de algún amigo cristiano, damos honra a un creyente cuya confianza ha bendecido las vidas de aquellos que lo conocieron. Las palabras dichas son más la expresión de alabanza a Dios que un tributo a un admirado compañero de peregrinaje. El servicio religioso es un testimonio que da gloria a Dios por la victoria de nuestro Salvador sobre la muerte (1 Corintios 15:54-57).